lunes, 29 de julio de 2013

Pinturas acrílico sobre papel 62 x 57


























































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  1. Pinturas Recientes de Rodrigo Cociña (junio 2012)
    A fines de 1987, en la galería “El Caballo Verde” en la ciudad de Concepción, Rodrigo Cociña realizó su primera exposición de pinturas, y la tituló simplemente, “Pinturas”. Recordando su procedencia gráfica* y la secuencia de trabajo con una prensa de grabado (por planos separados y sin mezclar los tonos directo sobre la tela), pintó una pareja de amantes en rojo Bermellón y verde Esmeralda, el mantel, el chaleco y las cordilleras de idéntico azul, el cielo rojo B, la luna verde E.
    En junio de 1988 el artista mostró más “Pinturas”, esta vez en el Instituto Chileno-Norteamericano de Cultura de Concepción. La periodista Claudia Donoso apuntó en la revista “Mundo” de ese mes: “…Rodrigo Cociña se entusiasmó ahora con la pintura. El resultado es gozoso. Campea el color por sus 30 telas en acrílico, sin complejos, abiertamente, llenando el formato de planos convergentes y armónicos. El tema de los amantes se desarrolla en medio de paisajes reglamentados por la ley ingrávida de la fantasía poética…La alegría de pintar se apoderó del pintor penquista haciéndolo abundar en imágenes que emanan de un surtidor sorprendente”.
    Entre esas pinturas y las actuales han pasado 20 años de conectar cabeza con mano, mano con brazo, brazo con cuerpo, ensayando el trazo en formatos que van del medio pliego a la tela gigantesca. La sutil y apacible fabricación lineal de las pinturas anteriores ha dado paso progresivo a una mancha alborotada y espontánea, que surge de pinceles nros. 0 al 20, y desde esponjas, trapos y manos.
    En las nuevas obras abstractas el fondo desnudo compite con la gruesa textura pictórica. El artista mantiene el depositado de acrílicos espesos y disparejos como en sus primeras telas, pero estos ya no cubren totalmente el formato. Ahora Cociña va amarrando por contraste secuencias de áreas vírgenes con áreas densamente pintadas, en un juego más netamente de los valores plásticos. A veces, transgrede la partida del vacío con una aguada o ritmos a lápiz.
    La constante expresiva de Rodrigo Cociña-pintor ha sido siempre el color. El color en la forma más personal del cuadro. Reemplazó las telas por papel Canson y cartulina tamaño pliego, acorde al volumen experimental de su acelerada producción reciente. De todas maneras, sobre ese soporte sobrio el autor gusta desplegar una gran pintura, con colores suntuosos y llamativos al estilo de las viejas vanguardias pictóricas. Nombra provisoriamente estas obras, “Intentos desnudos”. Ha fundido los cuerpos literarios y figurativos que lo influenciaban en los 80; a Gauguin, Chagall y el fauvismo los ha disuelto en puro lenguaje colórico, para luego reemplazarlos por un referente al azar, un punto de partida cualquiera (internet). Vagando entre unas figuras y matices de muy alta definición, el artista descuartiza el modelo explorado –ella la misma visión oblicua vista en sueños, lanzándola con amor desperdigado sobre la tela, y quedándose sólo con el gran color; el primordial.
    Destellos de rojo entre negro, bordes refregados de agua, insistencia 3 veces del amarillo, formas que se entrecruzan y vértigo serial, son todas combinatorias personales con un pie de sólido oficio artístico. Señas del viejo y experimentado pintor que unta las barbas en los ejercicios prácticos de sus amores, para poder continuar sorprendiéndose con ellos.
    El Surtidor Sorprendente trabaja cada pintura como si fuera la última que va a hacer en la existencia. Trabaja tan aceleradamente que en ocasiones rompe el papel. Trabaja en las pinturas de manera simultánea, de a tres o seis a la vez. Antes que sequen ya las fijó con barniz.

    * Grabador, diseñador gráfico e ilustrador. Diseñador de la histórica revista de arte y cultura “Cal” (1979) e ideólogo visual de sus páginas centrales.
    Nicolás Raveau
    Investigador y curador

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